lunes, 24 de enero de 2011

EL RETORNO DE LO FEMENINO

- Las que ni siquiera nacieron aquí

- Quien les manda a andar provocando

- Las heroínas de esta película

“Se estima que alrededor de 600 mujeres sirvieron en el ejército durante la guerra civil norteamericana. Ellas fueron reclutadas y lucharon disfrazadas como hombres. Hollywood ha perdido un significativo capítulo de historia cultural -¿o es esta historia algo ideológicamente muy difícil de abordar?- Los historiadores han luchado por tratar con las mujeres que no respetan las distinciones de género y en ninguna parte esa distinción es más aguda que en el tema del combate armado” (La Chica que Pateaba Nidos de Avispa, Stieg Larsson)

Un interesante debate, pero sin duda de primer mundo, porque aquí en México la muerte de mujeres en Ciudad Juárez desde principios de los años 90, tardó diez años en instalarse como nota en la prensa y ya suma veinte de impunidad, pasando a formar parte de la sospechosa normalidad de las cosas. No se diga cuando de un plumazo estadístico se reducen los casos de feminicidio o peor aún, se desechan como casos de “odio por género” con el brillante argumento de "Algunas ni siquiera eran originarias del estado de México, ni siquiera nacieron aquí" Verdadera perla no solo de la ineficacia en la procuración de justicia, sino de la ausencia de “fronteras y zona limítrofe” de la abierta estupidez y la cultura imperante en el que la mujer es algo tan cuantificable como desechable.

QUIEN LES MANDA A JUGAR CON FUEGO

Catalogada como género policíaco, el éxito postmortem de la trilogía Millenium del sueco Larsson, opaca por mucho las múltiples lecturas que permiten las aventuras y desventuras de Lisbeth Salander, la violenta y condenada muchacha su personaje principal. Habla de ello los 27 millones de copias en 40 países, mismas que ya dieron para llevarla a la pantalla en Suecia y cuando ya se prepara la versión estadounidense con una adaptaciónn de David Fincher http://bit.ly/esuigJ.

En la primera entrega "Hombres que Odian a las Mujeres" (en sueco), publicada en inglés como The Girl with the Dragon Tattoo es fácil rechazar al personaje debido a su declarada misantropía y ante el despliegue de dotes asociadas a la masculinidad: experta hacker, hábil peleadora callejera, independiente y rebelde sin olvidar su rabioso carácter antiestablishment. Pero las reservas hacia la chica que incluso en algunas lectoras provoca rechazo, sin duda desaparecen al conocer la historia de su infancia en la segunda entrega de Millenium, por mucho quizás la mejor de la trilogía: The Girl who Played with Fire.

A lo largo de las tres novelas Lisbeth se mueve por muy distintos ambientes: millonarios, rufianes, jueces, policías, industriales, banqueros y abogados desfilan por sus páginas. En esta segunda aparecen motociclistas tipo Hell´s Angels suecos y hasta un boxeador; pero el que está retratado mejor y, sin duda, con conocimiento más directo por la experiencia del propio autor – quien fue reportero profesional- es el del periodista Blomkvist: un torpe pero bien intencionado hombre que sin darse cuenta busca el eterno femenino.

Cabe preguntar ¿Si en un país como Suiecia que de entrada se cataloga como de primerísimo mundo asoma ese machismo disfrazado, qué se puede esperar en el nuestro? Porque lo que se despliega en las páginas de la novela es más que una desafortunada declaración de un jefe policíaco: es la sospechosa naturalidad de las cosas que permiten la condena a priori de Lisbeth, lo mismo por su tatuaje que por su presunto lesbianismo, por asistir a conciertos de rock catalogado de “satánico” o por racticar Kick Boxing. Los jueces son implacables desde su moral: el abusivo padre y el paidófilo agente de la policía secreta, el tutor legal y la eminencia médica que la internó en el psiquiátrico; el periodista amarillista lo mismo que el rufián pandillero. Sin olvidar que el desprecio y los comentarios machistas lo mismo afectan a Salander, que a las colegas policías o las profesionistas en puestos de dirección. Es una sociedad en la que como dice Lisbeth: “no hay inocentes, en todo caso sólo diferentes niveles de responsabilidad”.

La maestría de Larsson radicó en presentar esto no como denuncia, sino como vida cotidiana. La misma normalidad de las cosas que oculta el cruel retrato de los siquiatras que aparece en las páginas de Larsson o el abuso legal que se comete con los infantes. Igual de aterrador que los casos como el de Casitas del Sur o el amarillismo con el que se explota la trata de niñas y mujeres publicando interrogatorios inducidos. Es la misma normalidad con la que todos se acostumbraron a las mujeres que desde hace quince años desaparecen en Ciudad Juárez, y la certeza de que ya no se trata de un asesino sino de varios que practican un modo de exterminio del género femenino.

LA GRAN PESADILLA QUE NOS ESTALLA EN LA CARA

“Pinches viejas solo quieren dinero. Arriba Kalimba...”, “Las golfas son las viejas, que las cuiden sus padres solo quieren dinero…”. El anonimato permite que aflore en Internet el sentimiento real de una cultura que más allá del circo mediático, comparte unos valores tan oscuros como peligrosos: “Una chica decente no tendría que andar tan noche en la calle, además creo que virgen ya ni era, esta vieja lagartona ha de ser bien corruptota”.

Son prácticamente los mismos argumentos que se vertieron hace más de quince años, cuando comenzaron a aparecer los cadáveres mutilados de las jovencitas trabajadoras en maquiladoras y muy parecidos a los esgrimidos por cómplices y “héroes de película” en puestos de gobernador. Más allá de las dudas que provoque la presunta víctima, aquí lo que destaco son las opiniones de la gente en redes y foros que retratan de cuerpo entero los valores de la cultura nacional. De pronto, con el advenimiento del siglo XXI la normalidad de las cosas dejó de ser sospechosa para asumirse como presunta inocente: son las viejas las que lo provocan que se les trate como se las trata, vamos, si ni siquiera nacieron aquí y nada mas vienen a tirarlas y a ensuciar nuestro santuario, ¡Se queja un Procurador de Justicia!

No estamos en Suecia y aquí la cruda realidad ha obligado a muchas mujeres a convertirse en guerreras: Isabel Wallace y Ma. Elena Morera son apenas las más conocidas, pero a lo largo del país surgen otras heroínas como las que acompañan a Salander en la novela: Monica Figuerola, Modig y Berger, son las amazonas vikingas que salen al quite para generar la simpatía del lector y en la línea de batalla por la revancha de Lisbeth Salander; y quienes en vista del fracaso de las instituciones para frenar los abusos y la crueldad de la sociedad, se echan sobre los hombros la responsabilidad de deshacer los entuertos y castigar a los malvados.

“Como todas las grandes historias de justicieros que pueblan la literatura, esta trilogía nos conforta secretamente haciéndonos pensar que tal vez no todo esté perdido en este mundo imperfecto y mentiroso que nos tocó” escribió Vargas Llosa de la trilogía, porque, acaso, allá, entre la "muchedumbre municipal y espesa", haya más mujeres mostrando que el eterno femenino está de vuelta para un mundo mejor. Esto lo digo yo, autoinvitado a The Knights of Idiotic Table.

Nota editorial: La trilogía se puede conseguir en Sanborns entre los libros en inglés, una edición paperback bastante decente por 140 pesos. De la edición en castellano, el mismo premio Nóbel fue contundente: “en la traducción el abuso de jerga madrileña en boca de los personajes suecos suena algo falsa”. Se lee bajo su propio riesgo.

1 comentario:

  1. Yo la verdad vi una parte de la pelicula y no he leido los libros, pero si definitivamente algo violentos, y un tipo de violencia q no estamos acostumbrados a ver, nuestras heroinas siempre son buenas, ahora las villanas si pueden ser violentas, al menos esa es la imagen que todos o la mayoria tenemos.
    Y hablando de lo que mencionas sobre lo q vinculas con el caso Kalimba y las muertas de juarez.... creo q son caso diferentes, ciertamente el abuso verbal etc es algo vergonzoso, y motivo de que muchos casos no sean denunciados, pero aun cuando las practicas en cuanto a lo sexual han cambiado nuestro ideario no lo ha hecho, ningun hombre quiere una novia virgen, pero todos quieren casarse con una no?

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